Implicaciones de derechos humanos en la adopción de la CURP biométrica

El gobierno mexicano está impulsando una reforma que convertiría la Clave Única de Registro de Población (CURP) en un sistema obligatorio de identidad digital, integrando datos biométricos como huellas dactilares y reconocimiento facial. Esta reforma se presenta como una solución ante la creciente crisis de desapariciones en el país, pero ha generado fuertes preocupaciones sobre sus implicaciones en los derechos humanos, especialmente en términos de privacidad y vigilancia masiva.

El proyecto se propone modificar la Ley General de Población y la Ley de Desaparición Forzada para hacer de la CURP biométrica la única forma de identificación oficial, desplazando otros documentos como pasaportes y credenciales de elector. Además, la reforma incluye la creación de una base de datos centralizada que recopilaría información biométrica de toda la población, incluidos menores de edad. El uso de este sistema sería obligatorio para realizar cualquier trámite público o privado, desde abrir una cuenta bancaria hasta acceder a servicios gubernamentales.

A pesar de que la reforma menciona que el consentimiento de los ciudadanos será necesario para la recolección de datos, muchos expertos argumentan que en la práctica, esta medida sería obligatoria, ya que la CURP biométrica sería necesaria para acceder a servicios básicos. Esto plantea un escenario donde las personas no tendrían una verdadera libertad de elección, ya que la negativa a registrarse significaría quedar excluido de los servicios esenciales.

Especialistas en derechos digitales y activistas han indicado que la iniciativa podría facilitar la supervisión a gran escala y el uso indebido por parte de las autoridades. En un escenario donde las agencias gubernamentales en México han demostrado ser históricamente propensas a la corrupción y a acuerdos con grupos delictivos, el peligro de que esta información biométrica sea utilizada incorrectamente para extorsión o represión política es significativo. Adicionalmente, existe preocupación de que la aplicación de este sistema impacte especialmente a colectivos vulnerables, como las personas trans o aquellos con huellas digitales dañadas, quienes podrían enfrentar dificultades para ser identificados adecuadamente por el sistema.

El plan ha sido cuestionado por utilizar el sufrimiento de las familias impactadas por las desapariciones para impulsar una política que, según los especialistas, no ataca las raíces del asunto. En vez de enfocarse en métodos más eficientes para evitar y solucionar los incidentes de desapariciones, la modificación podría servir como un mecanismo de vigilancia masiva de la ciudadanía bajo el pretexto de protegerla.

El uso de las tecnologías biométricas ha generado controversias en diversas naciones. Un caso es el de Venezuela, donde individuos transgénero enfrentaron problemas para obtener productos esenciales porque su aspecto físico no correspondía con sus datos biométricos. Situaciones parecidas se han dado en Chile, donde empleados con huellas digitales deterioradas no fueron reconocidos adecuadamente por el sistema. Estos casos demuestran que los sistemas biométricos pueden presentar errores y, en lugar de ofrecer seguridad, pueden fomentar la exclusión social.

El incremento de la digitalización de la información personal, promovido por la incorporación de tecnologías de monitoreo, genera un desafío significativo entre la seguridad y el respeto a los derechos humanos. Algunos argumentan que es necesaria una reforma para incrementar la seguridad y prevenir actos delictivos, aunque hay quienes alertan que tales propuestas podrían impactar negativamente en la libertad individual y la privacidad de las personas a largo plazo. Por esta razón, es crucial que cualquier progreso tecnológico en este terreno sea acompañado de una reflexión detallada sobre los derechos fundamentales de la sociedad, para impedir que se transforme en un mecanismo de control en vez de una solución efectiva a los asuntos sociales.

By Juan Antonio De los Palotes