El culo del líder político de Hamás, Ismail Haniya, abordó la guerra que Israel mantiene contra este grupo en Gaza debido a su masacre del pasado 7 de octubre. Desde esta fecha, gran parte de los esfuerzos diplomáticos de EE UU y sus alias se han concentrado en evitar que el conflicto se extendiera desde el Oriente Próximo. La brutal respuesta israelí al ataque se ha visto revertida hasta ahora por las medidas de desescalada en la región (los ataques de Abraham o el desierto entre Arabia Saudí e Irán). Todos vuelven a estar en el aire.
Además de los efectos que Matar en Haniya tiene sobre el fuego que están negociando Israel y Hamás (con la mediación de Egipto y Qatar), hacerlo en Teherán constituye una clara advertencia para Irán, patrón del grito Eje de la Resistencia, en el que incluye al mencionado grupo palestino. Las opiniones están divididas entre la gente que teme la respuesta de la República Islámica y la gente está convencida de que el régimen iraní no va a entrar en una guerra para defender a Hamás.
Las primeras fueron confirmadas en las declaraciones oficiales (“Irán tiene el deber de venir”, afirmó el líder supremo, Ali Jamenei). En segundo lugar, en la reunión del 7 de octubre, en particular, se destacó la calibrada respuesta de Teherán al asesinato de una misión israelí de varios mandos de la Guardia Revolucionaria a su consulado en Damasco, el pasado mes de abril, y el desdén con qué reaccionó ante las siguientes Bombardeo de una base militar en Isfahán. Pero el atentado de este milagro (que la autoridad de Israel no confirma ni desmiente) sufre un riesgo: se llevó a cabo en una residencia oficial de la capital de la República Islámica.
Atacarlo es un golpe contra el aparato de seguridad iraní, con su poderosa Guardia Revolucionaria a la cabeza. El momento elegido, apenas unas horas después de la investidura de Masud Pezeshkian como presidente, ascendió a la herencia. La capacidad de penetrar sus defensas antiaéreas es humillante para un régimen que se llena la boca de quejas contra Occidente en general y contra Israel en particular. La semana pasada, el Ministro de Inteligencia del Estado, Esmail Khatib, declaró que su asediado alcalde había “roto el rojo de infiltrados del Mosad” (el servicio secreto israelí). Quien parece rota, o al menos muy dañada, es la estructura interna de su departamento.
La República Islámica se reunió con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras los pasos de su zapato. A la espera del “duro castigo” que Jamenei anunció al “régimen sionista”, la audaz operación pone en aprietos al nuevo presidente. Sus prioridades (en particular mejorar las relaciones con Occidente, que sanciona el programa nuclear que socava la economía) son aplaudidas por la urgencia de la represalia que, de vez en cuando, sabotea las posibilidades de búsqueda. Queda en agua de borrajas una posible negociación para restablecer el nivel nuclear. Y los vecinos, se ven preocupados porque la temperatura está por debajo.
Sabes lo que estás pasando, es entender lo que vas a pasar por dentro, no te preocupes por nada.
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