Beatrice Alemagna, una personalidad influyente en la literatura infantil actual, ha desarrollado una carrera que rompe con lo convencional y expande los límites de la creatividad en los niños. Esta creadora italiana, reconocida por su distintivo estilo y su enfoque manual, no solo es autora e ilustradora de sus libros, sino que también defiende una literatura que respete la curiosidad de los niños y se oponga a las barreras de la censura y los miedos de los adultos.
Desde pequeña, Alemagna sabía cuál sería su destino. A los ocho años, ya se imaginaba como una “gran pintora de novelas”, tal como escribió en una composición escolar que aún guarda. Actualmente, con más de 40 libros para niños traducidos y reconocidos globalmente, ha cumplido con creces ese sueño. No obstante, su camino al éxito no ha estado libre de obstáculos. Alemagna lidia continuamente con los prejuicios respecto a la literatura para niños y la creciente inclinación a censurar y simplificar las historias dirigidas a los más pequeños, algo que encuentra sumamente inquietante.
La escritora, que se autodescribe como “ilustrautora” debido a su fusión de escritura e ilustración, se ha distinguido por sus obras que ensalzan la imperfección, la curiosidad y la libertad creativa. Uno de sus libros más emblemáticos, ¿Qué es un niño?
La autora, quien se define a sí misma como “ilustrautora” porque combina la escritura y la ilustración, ha destacado por obras que celebran la imperfección, la curiosidad y la libertad creativa. Uno de sus libros más icónicos, ¿Qué es un niño?
, nació de una noche de insomnio en 2007, cuando Alemagna se preguntó de forma casi obsesiva cómo definir a un niño. Su respuesta, plasmada con humor y poesía, convirtió al libro en un referente que marcó un antes y un después en su carrera. “Un niño tiene manos pequeñas, pequeños pies y pequeñas orejas, pero no por eso tiene ideas pequeñas”, escribe Alemagna, mostrando su profundo respeto por los pequeños lectores.
Sin embargo, este respeto hacia la infancia contrasta con las restricciones que a menudo enfrentan sus obras. Alemagna lamenta la creciente “mojigatería” en el mundo editorial, donde algunas de sus historias han sido censuradas o modificadas antes de publicarse. Por ejemplo, en su libro El maravilloso mini-peli-coso
La autora también critica la expansión de libros infantiles con mensajes prefabricados, creados únicamente para impartir lecciones morales. “No escribo con el fin de imponer una moraleja o con la intención de provocar un efecto particular. Lo que busco es crear historias que tengan una razón urgente para existir, que no sean superfluas”, comenta. Para Alemagna, escribir para niños requiere sinceridad y autenticidad, sin simplificar ni menospreciar su capacidad de comprensión.
La autora también critica la proliferación de libros infantiles con mensajes prefabricados, diseñados exclusivamente para enseñar lecciones morales. “No escribo para imponer una moraleja o para tener un efecto específico. Lo que busco es crear historias que tengan una razón urgente de existir, que no sean inútiles”, explica. Para Alemagna, escribir para niños implica sinceridad y autenticidad, no simplificar ni subestimar su capacidad de comprensión.
Alemagna también reconoce que sus primeras críticas provienen de sus hijas, quienes la ayudan a afinar sus historias con una combinación de opiniones rigurosas y gentiles. La relación con ellas ha cambiado su visión sobre la literatura infantil, llevándola a valorar más el impacto emocional que un libro puede tener en un niño. “Antes escribía para la niña dentro de mí, pero ahora considero cómo los niños pueden reír o emocionarse con un libro. Eso me hace más consciente de la importancia de mi trabajo”, afirma.
A pesar de sus éxitos, Alemagna aún se enfrenta a los estereotipos relacionados con la literatura infantil, un género que con frecuencia no se considera parte del arte “serio”. Sin embargo, su éxito global y los miles de lectores que disfrutan sus obras prueban lo contrario. Sus libros han sido traducidos a idiomas tan variados como el ruso, japonés y checo, y su trabajo ha sido reconocido en exhibiciones internacionales y ferias literarias, incluyendo la prestigiosa Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, donde este año será una de las invitadas principales.
El constante compromiso de Alemagna con su arte también ha conllevado sacrificios personales. “He pasado 25 años viviendo en una especie de autoentrega. Me siento atada a la necesidad de crear, de progresar. No me permito el lujo de desentenderme de mi labor”, confiesa. Sin embargo, esa devoción ha producido una obra que, aunque imperfecta y llena de contradicciones como ella misma, ha conseguido conectar profundamente con lectores de todas las edades.
El compromiso incansable de Alemagna con su oficio también ha implicado sacrificios personales. “Llevo 25 años viviendo en una suerte de abnegación. Estoy rendida a la necesidad de crear, de avanzar. No me concedo el derecho a olvidarme de mi trabajo”, admite. Sin embargo, esa dedicación ha dado como resultado una obra que, aunque imperfecta y contradictoria como ella misma, ha logrado conectar profundamente con lectores de todas las edades.
Beatrice Alemagna es más que una autora e ilustradora; es una defensora de la imaginación, la libertad creativa y el respeto hacia los niños como lectores inteligentes y sensibles. En un mundo donde la censura y las fórmulas prefabricadas amenazan con limitar el alcance de la literatura infantil, su trabajo es un recordatorio de la importancia de la autenticidad y la valentía en el arte. Como una niña le preguntó en un papelito después de un encuentro en un colegio: “¿Cómo consigues hacer magia con tus libros?”. La respuesta, quizás, está en su capacidad de ver el mundo con los ojos de un niño y transformar esa visión en historias que inspiran y emocionan.