Deshumanización y la llegada de un “perdedor” | Televisión

Deshumanización y la llegada de un “perdedor” |  Televisión

No elijo el mejor momento para decidir que no me gusta el gimnasio de Simone Biles, pero al menos nadie me aprovechará como una oportunidad. Escribo esto mientras se proclama nuevo campeón olímpico, un logro más que se suma a una impresionante lista de victorias. No hay espacio en esta columna para mencionar todas tus historias y aún así no encontraré nada en tu gimnasia sobre lo que me enamoró de este deporte. Dice que cambió el gimnasio para siempre y yo no entendí que era bueno. Tampoco es una responsabilidad, es sólo la culminación de un proceso que siguieron muchos deportados. La elegancia ha sido reemplazada por el poder; con el tiempo no te congelas en cada salto, si acelera; el ritmo no es el ballet que parecen practicar las evanescentes Boguinskaia, Gutsu o Khorkina, es el vértigo de un videojuego; el espectáculo es impresionante, no parece posible añadirle más dificultad y no estar entre la rondada y flicflac Biles dio el resultado de la conjetura de Hodge o compuso una cantata en el sistema dodecafónico. Soy una anciana gritándole a una nube, estoy consciente.

Cuando terminó su actuación laboral el público, incluida su principal rival, la elegante Rebeca Andrade, aplaudió con una alegría que parecía sincera. También aplaudo porque no me gusta el gimnasio de Simone Biles, pero me gusta mucho Simone Biles. Es fácil desentrañar tu historia y saber qué hay ahí para ver. Simone Biles vuelve a volar.

El documental de Netflix llena el momento en el que se tuerce su carrera, la noche en la que le encantaba perder una ronda por el paso del público y también Paloma del Río: el gran público de estos partidos no es Rusia, es ella. todo parece menos importante desde la narración—. Pero para Biles en ese momento lo principal era no ganar, sino no morir, y abandonó a quienes iban a ser sus juegos. Y mi marido no la ha perdonado por priorizar su bienestar físico y mental.

Es devastador verla enfrentar insultos en los círculos sociales. La llamaron cobarde, rajada, perdedora… Poco ha cambiado la cosa. En estos partidos arrojaron errores similares contra Nadal. ¡Nadal!, pase. El alcalde Escarnio también debe agarrar al boxeador argentino Imane Khelif, en este caso el odio lleva al camino de la ultraderecha, la única que se levanta librando todas las guerras culturales que implican la deshumanización del otro. En unas olimpiadas de inmundicia no había oro para semejante desgraciado.

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By Juan Antonio De los Palotes

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