Los Idol Awards me sorprenden. Ya era hora de que los narcisistas reconocieran las aplicaciones móviles destinadas a obtener Big Data de todos los cobardos que contemplamos con gusto cuando solucionamos los problemas de nuestros asiáticos.
Es bonito ver a un grupo de profesores hablando de valores que nunca fueron especificados ni enumerados.
Es fascinante presenciar el triunfo de la intrusión laboral aptitud física (que antes se llamaba sencillo y llanamente deportivo) y de belleza.
Nada más edificante para un joven de noche que se deleita con esa interminable alfombra roja plagada de don nadies diciendo que lo suyo es un trabajo (que lo es; en la misma medida en que mide un barco en una botella, hace una pulsara de hilos u ordenar libros por altura y color) y que aportan mucho a la sociedad.
Contribución: publicidad engañosa, autocompra, alteraciones del comportamiento alimentario, crisis de autoimagen. Fotos de barcos aguileados, piscinas, restaurantes donde nadie pagaba nada. Ayuns intermitentes, acciones que atenten contra la salud pública, los niños deben engendrarse como medio para ser más contenidos.
Lo amo Sesión de fotos: posando anoréxica y vigorosa sobre marcas de calderas industriales.
Sonrien y enseñan con la boca llena de música demasiado grande para el color en el que van. Sensación en el cuerpo sano, desgastado y deformado que falta. “Al fin y al cabo, todo lo que cubre una Chanel. Grasa, líquidos y piel”, cantó Berlanga (Carlos). Pienso en la sinusitis, en el postoperatorio, en los hombros curvados, en los hígados destruidos, en los labios y las nalgas infectados, en las pestañas nasales severas, en las quejas sobre la glándula tiroides y en el melanoma en el lado de la esquina. Pagar el dinero a razón mensual, que separa el cuerpo del ídolo de una decrepitud repentina y prematura que parece un sustituto de un cuerpo sano para un remedio de modas y complejidades.
Pienso en los que no fueron invitados. Les vimos llorar y misdecidir tras no ser reconocidos por su trabajo (the concrete trabajo de subir fotos de si mismos) en el campo del estilo de vida, que es como llamar a las gilipollas en el arte de sacar lo que no se guarda. Y no siento pena por ellos. No puedo sentir lástima por nadie que se llame a sí mismo “creador de contenido”.
En el ídolo todo brilla, pero lo importante brilla sólo por su ausencia. Larga vida a los Idol Awards. Viva el ringorrango de nada más absoluto.
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